sábado, 6 de agosto de 2011

Con trenes que alimentan el alma...

Puede que de verdad tenga que agradecerte que me hayas enseñado a ser tan ebustero, para saber decir a dios a la muerte mintiéndole junto a sus labios.
Para poder correr a oscuras por las calles misterio y felicidad, siendo después, capaz de volver a la rutina del día y la sopor de la luna llena.

Y te doy gracias por ser tan embustera, por hacerme creer que te da totalmente igual la salida de un bus o una escapada a la locura , la despedida del humo de tu cigarro o de un tren de carretera.
Gracias por ser una cualquiera y a la vez un punto y a parte, sin diferencia con las demás, pero enseñandome a actuar sin pensar, con ojos de ciego y escuchando el sonido de la noche al pasar.

Gracias por haberme dado unos momentos que lo significan nada y gracias por nada como nadie antes...
Por estar ahí cuando las luces de la capital desaparecieron tras los humos del mal humor...
Gracias por 4 letras que me distes porque nada significaron para mi.
Gracias por tumbarte en mi cama y no dejarme usarla, porque a pesar de todo, 22 veces no quedan tan lejos como para no poder esperar. ¿No?

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